Kiev fue una ciudad que siempre quise conocer. Siendo nieta de ucranianos tuve a mi alcance fotografias que me fascinaban ver, de pequeña podia pasarme toda una tarde jugando y observando esos edificios e iglesias tan diferentes a los que daban vida a mi pueblo.
Desarrollada sobre ambas orillas del Rio Dniéper, la ciudad tiene numerosos parques y jardines que la hacen muy verde.
Andreivsky St., calle estrecha y adoquinada, es la principal del casco histórico de Kiev. A los lados y repartidos por toda su longitud, comerciantes instalan pequeños puestos con souvenires típicos: mamushkas, huevos pintados, bordados. Pero también se aloja un interesante mercado de antiguedades: pines de lenin, camaras lomogram, gorros de piel, relojes, anteojos de aviador entre otras curiosidades.
Esta pintoresca callecita esta invadida por bares y restaurantes que invitan a disfrutar del momento, yo tome café frio con crema en Paper Café, una pequeña terraza con banquitos de madera y plantas.
Me impresionaron las estaciones de metro. Están construidas (al igual que en otras ciudades que fueron soviéticas) a más de 120 metros de profundidad. Cuando estas abajo, no se llega a ver la luz de la ciudad, y las empinadas escaleras son mecánicas y veloces (¡gracias a dios!). En Kiev, los subtes pasan cada 2 minutos o menos, muchas veces me quedaba un rato sacando fotografías, con la tranquilidad de saber que cuando quisiera tomarlo no debería esperar demasiado.
La avenida Kheschatyk, los finde se hace peatonal y es la elegida por las marcas europeas para instalar sus locales.
Luego de andarla un par de cuadras me dio la sensación de encontrarme en un lugar monumental. Sobre ella, se encuentran construidos edificios exorbitantes de estilo puramente soviéticos, uno tiene en su cúspide la estrella roja. Estos edificios colosales, recuerdan que Kiev fue una de las principales ciudades en los años dorados del comunismo. La plaza de la independencia también se sitúa sobre esta avenida, y alejado de ella, pero a no muchas cuadras me encontré el gran mercado de Kiev.
Desorientada en la ciudad caí a este parque solo de casualidad, y eso me confirmo que a veces andar un poco perdido te puede conducir a divertidas sorpresas. Las instalaciones y esculturas son de lo más variadas y coloridas, fueron hechas por reconocidos artistas ucranianos, usaron mosaicos y se inspiran en personajes de diversos dibujos y cuentos. Mi favorito fue el principito.
Aunque La Borsch se preparé en muchos paises eslavos, tiene su origen aquí y es el plato más popular. Hay muchas versiones de la receta, pero siempre la sirven con crema agria.
Los Varenikes, (ver receta aquí) son otra estrella de esta cocina. Es uno de mis platos favoritos porque era el que mi abuela Clara prepaba con tanto amor. Solia llenar fuentes enormes de estos “ravioles” con forma de media luna. Probar varenikes en Ucrania, fue volver a la infancia, a la cocina y las manos de mi abuela Clara, a su aroma y fue una de las sensaciones más increíbles que viví, porque sabian como los amasados por ella.
El postre que me encanto fue un crepe tibio con requesón y uvas pasas. ¡estaba delicioso!
Caminando pase por un bar, no muy atractivo a la vista, pero superpoblado de ucranianos. Todos estaban devorando lo mismo, intrigada entre, y señale el plato ¡lo mejor del día!. Me sirvieron la versión ucraniana de hummus, tenía textura súper suave, venía con carne sofrita por encima, un poco de nueces y castañas de cajú, pepinos en vinagre, salsa de tomates picante, limón y una panera con pan negro y muy ácido. El hummus junto con la carne sabía a un delicado paté. También probé en el mismo lugar una ensalada con verdes, kani cama, frutos del mar fritos y salmón ahumado ¡delicada y deliciosa! (Lina´s café, Bessarabs’ka square, 2, Kiev)
Cuando quería comer algo rápido y continuar optaba por crepes, hay pequeños puestos en la calle que los preparan en el momento. Los rellenos son súper variados: salmón y eneldo, hongos, queso cottage, cerdo y cebollas, hasta caviar!
Me gustaron todos los que probé excepto el de cerdo que me pareció un poco pesado para un mediodía de verano (Como generalmente hablan poco inglés, y esta todo escrito en Cirilo, a veces lo que pedís no es lo que querés.)
Puedo pasar mil veces por las mismas pastelerías y aunque conozca cada una de las cosas que presentan en la vidriera, siempre voy a detenerme a mirarlas una vez más, con ojos pacientes y exhaustivos. ¡Imagínense el tiempo que invierto en mirar pastelerías nuevas! Quiero recorrer cada detalle, cada color, cada aroma.
En Kiev encontré varias pastelerías divinas, que invitaban con algunas tortas tradicionales como Pechyvo Porichkamy (tarta de moras), Slyvovyi tort (tarta de ciruelas) y Medivnyk (torta de miel) , pero también con confituras y minicakes al mejor estilo Francés.
Dos de los lugares que probé y recomiendo son Doma (Basseynaya Street 1/2) tienen chocolates, cookies en latas pintadas, tortas de queso típicas pero aggiornadas según capricho del chef.
La otra que me encanto fue Wolkonsky (Tarasa Shevchenka blvd. 5-7), es una pastelería que mezcla algunos conceptos americanos con europeos: desde afuera se ven un montón de cakes decorados con fondant y crema de manteca, una vez dentro descubrís una gran variedad de panes de harinas integrales tan característicos de la cocina eslava, sin contar los sándwiches deliciosos para un almuerzo liviano. Al lado del local que es para llevar, tienen un café ideal para degustar alguna dulzura mientras descansas de una larga caminata.
Caminando por la zona de Podol, me encontré con este precioso Fonicular, con unos pocos centavos compre un token y emprendí la aventura…que es muy corta pero recomendable y que finaliza a pocos pasos de la catedral de San Miguel. Me pareció lo más que el chofer sea una maciza mujer de cabellos lacios y dorados. Las vistas desde este sitio hacia el Rio Dnieper son de lo más lindas. Y la estación es divina, preguntando me entere que fue construida en la primera década del 1900, dato que si no te lo cuentan pasa desapercibido, porque la estación se encuentra muy bien conservada.
El gran mercado de Bessarabsky, se encuentra sobre la avenida principal de Kiev, ocupa una manzana entera, tiene un hermoso techo construido con metal y vidrio, y es una caja de pandora.
Recorriendo a pequeños pasos los largos pasillos que conforman el mercado, tropecé con puestos de embutidos, quesos y lácteos; pescaderías, vegetales frescos y en conserva, patos, ocas y otras aves. Los vendedores orgullosos, quieren que pruebes sus productos, tanto que si no te acercas te llaman a los gritos, porque saben que si lo haces seguramente compras algo. Junto con el cambio te devuelven una cálida sonrisa.
En verano es posible conseguir una gran variedad de frutas. Tarritos con cerezas, frutillas, frambuesas o arandanos muy rojos, que al morderlo se desasen porque están que explotan de jugosos y te dejan una sensación dulzona en la boca. Sandias, melones, calabazas, pepinos, repollos, todos cosechados en su punto y perfectamente ordenados por colores, formas y tamaños. Cada vendedor, también es el campesino que sembró, se nota en sus manos ajadas, en su cara y cuello mal quemados.
En los puestos de embutidos una feta de Salo espera paciente a quien la quiera degustar. Este fiambre es el más típico, y lo preparan cuidadosamente eligiendo la mejor panceta de cerdo, con más proporción grasa que de carne. La salan, la atan y la dejan estacionar adentro de barriles de madera. Es untuoso, como una suerte de manteca salada. Otros embutidos dignos de conocer son Poliavvyzya (lomo de cerdo ahumado), Saltseson (es algo parecido a un aspic hecho con cabeza de cerdo, este fue fácil reconocerlo, porque en mi familia lo hacia mi tio y lo llamaba pan de cerdo),Mylyvska es como una salchicha que lleva cardamomo y otras especias, Ukrayinska, es parecida a una morcilla ahumada.
Lucio, Carpa, Salmón y demás pescados frescos y enlatados. Una verdadera joya es la exhibición de las grandes perlas, brillosas y de color intenso que conforman el caviar.
En verano, es fácil toparse con camionetas que ofrecen bebidas. Están desparramadas por toda la ciudad. Abren las puertas traseras para dejar a la vista grandes tanques que pueden contener café frio, refrescos y jugos, pero la mayoría de las veces tienen cerveza y kvas.
El Kvas es lo que más vi consumir, es una especie de cerveza, oscura, algo dulce y de baja graduación alcohólica. En la época de la URSS le decían la coca cola comunista, porque se parece en color y tiene un versión sin alcohol apta para chicos.
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